miércoles, 26 de octubre de 2011

Té y mata-ratas.

                                                         

Podríamos definir el sonido de una catástrofe cómo una melodía estruendosa, o tal vez cómo el ligero aleteo de una bella mariposa, aunque estoy segura de que la señora Dowson lo relacionaría mejor con la palabra soufflé.

Sí bueno, desde luego es una persona muy reservada, pero no se podría pedir más a una persona que aterraba hasta a la misma oscuridad. Era bastante famosa por su irritable presencia, aunque algún vecino en algún momento juró haber atisbado algún gesto de bondad en sus ojos, posibilidad que desecho dada mi experiencia.
Me temo que para la seguridad de mi libertad, en esta misma nota dejaré los pasos a seguir para encontrar su cuerpo, que se halla enterrado en el bosque, de la manera más digna que pude hallar en mis manos, aunque olvidé sus globos oculares entre dos pequeñas piedras, por puro capricho me atrevo a decir.

No espero enfurecer a nadie con mis actos. Tampoco espero redención, pues ya me proporcioné a mi misma, infinita y placentera calma.

                                                   Un cordial saludo: Miss Jay.

                                                                                              touch here

1 comentario:

Sir Lothar Mambetta dijo...

Ya van dos veces que conquista parte de mi hipotálamo.
El título ya era bueno pero después de leer el texto cobró más fuerza.

Un beso y unos trocitos de cerebelo.